viernes, 25 de octubre de 2013

Al papa le crecen los enanos


Al papa Francisco le crecen los enanos

 

Il Messaggero (22 Octubre 2013) trae la entrevista mantenida con monseñor Georg Gänswein, secretario privado del Papa Benedicto XVI y actual Prefecto de la Casa Pontificia. Declaraciones muy interesantes y clarificadoras.

De entrada, unas pinceladas sobre este personaje vaticano.

Monseñor Georg Gänswein, el secretario privado de Benedicto XVI (que ya lo fue del cardenal Ratzinger) es alto, rubio, atlético, seductor… Recuerda al arzobispo Ralph de Bricassart, de la serie televisiva “El pájaro espino”.

Don Giorgio, como familiarmente se le conoce en Roma, fue un perfecto desconocido hasta que las cámaras de televisión se fijaron en él durante la misa de la entronización de su mentor. Se recrearon en él y le dieron vida. El, bastante narcisista, se dejó querer. No obstante, ya era sobradamente conocido en Villa Tevere, bastión del Opus Dei, y en los salones de la aristocracia romana. Los que le han visto desenvolverse en esos ambientes, un tanto rancios para los tiempos que corren, cuentan y no acaban de su soltura y galantería con las princesas crepusculares, del gran desparpajo con que trata a las damas más o menos acartonadas, de su fluida conversación mundana, de sus chistes y ocurrencias que las hace reír, del modo tan distinguido con que se maneja con las copas de champagne y los canapés, etc.  Según aseguran, es un monsignore moderno, con gran estilo. Alguien (¿bien informado?) lo incluye entre los obispos con psicología de príncipes, burócratas de despacho, carreristas, politiqueros, que integran la corte papal, ¡esa lepra del papado! Nada que ver con el tipo de obispo con olor a oveja que preconiza el papa Francisco.

Ratzinger y su secretario nacieron en la católica Baviera, y eso, en cierto modo, debe de imprimir carácter. Son genéticamente católicos y biológicamente ultraconservadores. A algunos de los que hemos nacido en el Mediterráneo, el agua del bautismo no nos ha penetrado tan profundamente… Rascas y, ¡zas!, aparece el anima naturaliter pagana.

Ratzinger y Gänswein estudiaron en Friburgo y eludieron, en cuanto estuvo de su mano, las labores pastorales para las que Dios, quizá, no les había dotado. Monseñor Gänswein fue monitor de esquí en sus años de juventud y, según cuenta cierta prensa frívola, rompió unos cuantos corazones antes de ordenarse de sacerdote. Nada de extrañar. Aún hoy sus ojos azules y su metro ochenta hacen estragos; y no sólo entre las mujeres. Donatella Versace se inspiró en él para una de sus colecciones. La creadora comentó que quería hombres jóvenes de belleza angélica, elegantes, refinados, que muestren menos músculos y más espiritualidad (Habría que conocer qué entiende la Versace por espiritualidad). En el padre Georg (cuerpo atlético, cabellos rubios, boca grande y carnosa) ha encontrado ese sex symbol del siglo XXI que buscaba. Lo localizó en el Vaticano, en el entorno del pontífice, lo que le daba un plus impagable de publicidad. Modelos rubios, con trajes negros y camisas de cuello clerical y un look similar al de monseñor Gänswein, desfilaron en la pasarela de Milán. Los expertos, emocionados, se apresuraron a proclamar el nacimiento del “estilo padre Georg”.

Un buen amigo mío, conocedor de la Corte Vaticana por haber vivido en ella, dice que allí se lee más y con mayor provecho El Príncipe de Maquiavelo que el Evangelio de Jesús. No creo que, visto lo visto, esa afirmación vaya desencaminada ni escandalice a nadie. ¿Ratzinger, un papa en la sombra, como tanto se ha dicho? Hay evidentes indicios de todo lo contrario.

Benedicto XVI concibió un plan más terrenal de lo que aparece. Veamos:

1- Planificó minuciosamente su día de después: desde el tratamiento que quería recibir (Su Santidad), su vestimenta (sotana blanca), ¡hasta sus zapatos rojos! etc. Nada dejó a la improvisación. Ni esperó a que resolviera su sucesor.

2- Decidió por su cuenta quedarse en el Vaticano. ¿No había en su querida Baviera natal o en toda Alemania un monasterio apropiado donde retirarse? ¿No podía el gobierno alemán garantizar su seguridad, como se ha argumentado? Su sucesor, le gustara o no, se encontró ante hechos consumados.

3- Ratzinger el 7 de diciembre de 2012 nombró a Georg Gänswein Prefecto de la Casa Pontificia, cargo de gran responsabilidad: está a la cabeza de dicha Casa, controla la agenda del papa y supervisa todas las actividades que le conciernen. El 6 de enero de 2013 lo consagró arzobispo. ¿Por qué tantas prisas en consagrar obispo a su leal secretario y darle semejante cargo? ¿No hubiese sido más noble y lógico dejar que su sucesor cubriera a su gusto ese puesto? Con ese nombramiento, Benedicto XVI colocaba su topo en la casa del nuevo papa. Monseñor Gänswein (”le beau male”, como le aclaman sus admiradores) se convertía así en un estrecho lazo (un cualificado correveidile de ida y vuelta) entre Ratzinger y el nuevo papa. Monseñor Gänswein, desmintiendo tal cosa y quitando hierro al hecho consumado, se define a sí mismo como el hombre puente entre los dos papas. Puede que el papa Bergoglio, para desembarazarse discretamente de esa trampa, renunciase a los aposentos pontificios, donde estaría muy solo e indefenso, a merced de “camarillas”… ¿Recuerdan la camarilla polaca capitaneada por Stanisław Dziwisz que se apoderó del enfermo Juan Pablo II? El papa Bergoglio, con buen criterio, decidió quedarse en la residencia de Santa Marta, lugar mucho más aireado y seguro.

Benedicto XVI no se habría aislado y desentendido del mundanal Vaticano como se nos ha querido vender.

¿Serán estas elucubraciones puras fantasías? En estos meses hemos visto verdaderos culebrones en torno al papa Francisco que confirman que en el Vaticano la realidad supera a toda ficción.

Volvamos a Il Messaggero, a las declaraciones del Don Giorgio.

* Quién conoce a Benedicto XVI sabe que él nunca interfirió y no interfiere en el gobierno de la Iglesia, no es parte de su estilo. Si él lo dice… Excusatio non petita, accusatio manifesta.

* Don Giorgio añora el tiempo pasado: Después de 28 de febrero, cuando nos fuimos del Vaticano, comenzaron los días difíciles. Nunca olvidaré cuando apagué las luces del apartamento pontificio con lágrimas en los ojos... 

* Admito haber tenido alguna dificultad, alguna experiencia desagradable con respecto a los malentendidos y la envidia, pero las olas se han calmado. 

* Afortunadamente, con el nuevo Papa se creó inmediatamente una relación humana de afecto y estima, a pesar de que Benedicto XVI y el papa Francisco son personas con diferentes estilos y personalidades. Alguien quería interpretar estas diferencias en direcciones opuestas. (¿Irían desencaminados, me pregunto?)

* Estoy tratando de entender cada vez más lo que significa la expresión "Iglesia pobre", que se ha convertido en un elemento común en el ministerio petrino del Papa Bergoglio. Pero en primer lugar, no es una expresión sociológica, sino teológica (non è una espressione sociologica bensì teologica, al centro è il Cristo povero, e da lì segue tutto). Desde el primer momento, todos los conservadores y ultraconservadores han intentado restar importancia a esa interpretación sociológica de la pobreza (¿demasiado humana para ser cristiana?). Y eso que el papa Francisco dejó bien claro que los enfermos, los marginados, los emigrantes, los desheredados de este mundo… ¿No son los pobres en sentido estricto a los que el papa llama la carne de Cristo?

* Sobre la revolución que está ocurriendo. A monseñor Gänswein hablar de revolución le parece un slogan fácil. ¡Cosa de los medios! Claro que algunos gestos y las iniciativas Papa Francesco han sorprendido y todavía sorprenden. Sin embargo, es normal que un cambio de pontificado traiga consigo cambios en diferentes niveles… Pero esto no es una revoluciónQuesta non è però una rivoluzione, è semplicemente un atto di governo e di responsabilità». Don Gorgio no quiere oír hablar de la "revolución" del papa Francisco, porque, según él, sería "engañoso".  La revolución, en todo caso, ya había comenzado con Benedicto XVI… ¡¡Vivir para ver!!
         Últimamente, Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (nombrado por el papa Ratzinger) llevó públicamente la contraria al papa Francisco respecto la posibilidad de administrar la comunión a los divorciados. El arzobispo hizo estas manifestaciones en un artículo publicado en L'Osservatore Romano. Sus declaraciones muestran la opinión tradicional del ala dura de la Curia, distinta a la que manifestó el papa, dispuesto a realizar reformas en la Iglesia.

 Cada día que pasa, al papa Francisco le crecen los enanos.


 




 

 

 

 

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